“Su paciencia siempre está dispuesta a perdonarnos. Desde que nos enmendemos de nuestros pecados. Pero, aunque no queramos enmendarnos, le digamos: “Madre mía, no estoy enmendando mi maldad, y sé que mi maldad es enorme, pero mayor es tu misericordia. Ten piedad de mí y, dice un salmo, ‘Asperges me hyssopo et mundabor lavabis me et super nivem dealbabor. Me rociarás con hisopo y seré lavado. Me lavarás y seré más blanco que la nieve’”.
Fiesta del Corazón Inmaculado de María, comentario del Dr. Plinio Corrêa de Oliveira. “Clemencia de la Sabiduría e Inmaculado Corazón de María”, 23 de agosto de 1991.