¿Vacaciones o tregua?

Estimado radioyente:

Pocas personas reparan que la única clase que tiene vacaciones en cuanto tal es la de los estudiantes. Y el resto del País se organiza y descansa haciéndola coincidir con la de sus hijos o nietos.

Se comprende que los profesores y los estudiantes tengan en cuanto tal dos períodos de vacaciones, la de invierno y la de verano.

En primer lugar porque el estudio intelectual, tanto para los que lo imparten en cuanto profesores, cuanto para quienes lo reciben como alumnos, es muy cansador.

El trabajo intelectual es siempre más cansador que el trabajo físico, por más que le pese a los materialistas que consideran sólo la fuerza bruta como único y principal forma de trabajo.

Tanto es así que una persona dedicada a la investigación intelectual puede descansar haciendo un trabajo físico, como trabajar en el jardín o en la cocina de su casa.

Sin embargo, ningún jardinero ni cocinero descansa haciendo un trabajo de investigación intelectual, pues éste es mucho más pesado que podar o cocinar.

A lo anterior se suma el hecho de que los estudiantes de colegio son todavía menores de edad, y en cuanto tal su capacidad de asimilación es reducida, necesitando de períodos de intervalo que le permiten renovar sus capacidades de estudio.

Por último es sabido que el trabajo de la docencia exige una enorme aplicación de los profesores, no sólo para preparar la materia que deben entregar a sus alumnos de un modo didáctico, sino también, y cada vez más de modo prioritario, para mantener la disciplina y el orden en un conjunto de 40 o 50 menores poco propensos al estudio y muy tendientes al desorden.

Todo esta suma de factores hacen las vacaciones un período muy esperado por todos los participantes de la vida estudiantil.

Ahora, ¿qué decir de alumnos que en los períodos de clases en vez de dedicarse a estudiar, lo pasaron fabricando bombas molotov?

¿O de profesores que han dejado de concurrir a sus labores de docencia por más de un mes por presiones de un gremio altamente politizado?

¿Son ellos merecedores de vacaciones? ¿Cómo encararán ellos estas vacaciones que comenzaron esta semana?

En primer lugar digamos que dar vacaciones a quien no trabajó es lo mismo que dar un remedio a quien no está enfermo. Es completamente inútil.

Más aún, las vacaciones tienen algo de premio. Se da vacación a quien hizo esfuerzos en su trabajo y normalmente al mal alumno –al menos en tiempos pasados- se lo retenía más tiempo en el colegio para recuperar las horas perdidas o los estudios no realizados.

¿Corresponde dar vacaciones a un alumno que se dedicó a fomentar la agitación y la violencia al interior de los claustros de su colegio?

Obviamente que no. La justicia es la virtud que manda dar a cada cual lo que se merece y de acuerdo a una escala de valores.

En principio el alumno brillante o el más destacado de su promoción recibirá al final del año un diploma o una medalla que dirá “en honor al mérito”. Ella será motivo de orgullo tanto para él cuanto para sus padres y hermanos.

En sentido opuesto, si un director de colegio le otorgase esta medalla al mal alumno, se diría que él además de cometer una injusticia, está incentivando el ocio o la revolución interna en el colegio.

Por último, las vacaciones son bien recibidas cuando se necesitan por el cansancio. Pero ellas son sobreabundantes cuando no existe cansancio ninguno porque no hubo tampoco ningún esfuerzo.

Es como comer sin ganas cuando se comió mucho y a deshoras. Al llegar la hora del almuerzo la comida le parecerá a este goloso más un sacrificio que un deleite.

Las vacaciones, para el estudiante desordenado y violento, constituye más una tregua que un descanso.

Por último tratemos de los profesores que hace más de un mes no han concurrido a realizar sus clases.

De acuerdo con la Dirección del Trabajo, “las vacaciones de invierno y fiestas patrias no constituyen vacaciones para los docentes, éste se encuentra obligado a dar cumplimiento a las obligaciones que impone su contrato de trabajo y que consisten básicamente en impartir sus clases y realizar las demás actividades curriculares no lectivas convenidas. Considerando que durante las vacaciones de invierno no hay alumnos a quienes hacer clases, tales profesionales estarían liberados de prestar servicios en aquella parte de la jornada destinada a la docencia de aula, no así la otra parte de su jornada destinada a actividades curriculares no lectivas.

Como los profesores saben, la jornada semanal docente se conforma por horas de docencia de aula y horas de actividades curriculares no lectivas, estas últimas son aquellos trabajos administrativos o de otro orden que no son clases en el aula.

Estas normas del ESTATUTO DOCENTE también tienen su razón de ser.  Las horas de clases son, como dijimos, más cansadoras que los trabajos administrativos.

Sin embargo, cuando el profesor no ha cumplido ni unas ni otras, está, con relación a las vacaciones, en el mismo caso del alumno que no estudió. Ellas no las necesita y le molestan, pues en vacaciones no se hacen huelgas. Para esos profesores, las vacaciones no serán sino una tregua en su “huelga del siglo” como ellos quieren llamarla.

***

Digamos, por último que las vacaciones para nadie pueden ser una oda al ocio. Ellas serán más entretenidas en la medida en que se aprovechan mejor. Y ellas serán mejor aprovechadas si, además del debido reposo intelectual, ellas nos sirven para leer un cuento a los niños, regalarle un buen libro a los jóvenes o hacer un programa de visita cultural.

En definitiva, sólo sabremos si hicimos unas buenas vacaciones cuando ellas terminan. Si nos encontramos repuestos y con ganas de retomar nuestros trabajos habituales, podemos estar seguros de que ellas fueron bien aprovechadas.

Al contrario, si estamos más cansados y estresados y con muy pocas disposiciones de retomar nuestros deberes, podemos estar casi seguros que ellas no fueron lo que deberían ser: Un merecido reposo para el trabajo que nos dispongan a retomarlo con más ahínco.

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Le deseamos unas muy buenas vacaciones.

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