Tragedia de las familias balseras

Estimado radioyente,
La prensa nacional informó que el proyecto de extender a 35 días los estados de excepción fue rechazado por un voto en la Cámara de Diputados. La causa de esta pérdida del proyecto gubernamental se debió al viaje que tres diputadas oficialistas hicieron a Cuba precisamente en los momentos en que se votó el proyecto.
Las diputadas en cuestión fueron Cariola, Ñanco y Orsini, del partido comunista y Revolución Democrática, respectivamente.
La cita en Cuba, tenía un nombre altisonante: “Foro internacional debate en La Habana sobre el nuevo orden económico”.
según sus organizadores, buscaba promover el diálogo en torno a los problemas que enfrenta el mundo, con un enfoque plural y multidisciplinario en la promoción de soluciones conjuntas, y con el aporte de intelectuales, científicos, políticos y sindicalistas.
Pocos observadores señalaron que en los mismos días en que se daban citas estas eminencias de la izquierda internacional, ocurría una nueva tragedia en el Estrecho de la Florida donde un grupo de balseros queriendo huir de la isla prisión, terminó naufragando.
Esta vez, el naufragio ocurrió frente a la costa norte de Matanzas, en las inmediaciones de Cayo Cruz del Padre, cuando zozobró un frágil esquife en el que viajaban 28 balseros con el propósito de huir de su país y alcanzar el sueño americano.
Salieron de las costas de Cárdenas el 23 de enero, pero el mal tiempo y el oleaje convirtieron la aventura en una trampa mortal: hay cinco fallecidos y 12 desparecidos, según un comunicado oficial cubano.
Poco más se sabe.
La fatídica noticia de otro naufragio con muertos, que cíclicamente se repite, estremece especialmente hoy porque la embajada norteamericana en La Habana ha exhortado por activa y por pasiva a los balseros a que no lo intenten ni arriesguen sus vidas, pues serán deportados de inmediato.
En 2022, cerca de 300.000 cubanos ingresaron ilegalmente a EE UU por la frontera mexicana y otros 10.000 fueron interceptados en el mar por guardacostas norteamericanos o cubanos-, pero nada parece poder detener la estampida. Según EE UU, entre el 20 y el 27 de enero, precisamente en los días que tenía lugar la convocatoria para el estudio del nuevo “orden económico mundial”, más de 400 cubanos fueron interceptados en altamar, y ya van más de mil en lo que va de mes –la mayoría ya han sido repatriados-. La cifra ha hecho saltar todas las alarmas, pues en todo el año fiscal 2022 los interceptados fueron poco más de 6.000.
Esta cifra impresionante de cubanos que huyen enfrentado el océano y una muerte por naufragio es el mejor índice de la miseria que se vive en la isla que convocó, ciertamente en un hotel del lujo y bien alimentados, a los invitados internacionales, entre los cuales, las tres diputadas chilenas.
En el horizonte no se ve de momento la luz que consiga alumbrar una solución que aplaque las ansias de los cubanos por emigrar de su país a cualquier precio. Las causas, fundamentalmente, tienen que ver con la crónica crisis económica que atraviesa Cuba desde hace que el comunismo se instaló en la isla, por casi tres generaciones. A lo cual se suma la falta absoluta de esperanza de la gente, exhausta por las penurias y agobios de todo tipo que convierten la sobrevivencia cotidiana en la isla en un verdadero calvario.
Miles de cubanos, en su mayoría jóvenes, siguen construyendo balsas, y lanzándose al mar, y ahogándose en las aguas color esmeralda del estrecho de la Florida en una tragedia ignominiosa.
A partir del 1 de enero de 1959, hace ya exactamente 64 años, cientos de miles de personas se fugaron de la isla con la esperanza de que todo se estabilizaría y de que podrían volver a Cuba. Sin embargo, lo que sucedió no hizo más que confirmar que quienes escaparon tomaron la mejor decisión.
Se calcula que, al menos 1.600.000 cubanos abandonaron su tierra natal, alrededor del 80% decidió radicarse en los Estados Unidos. Y dentro de los Estados Unidos, Florida es el centro de los exilados.
Las balsas son un riesgo en todo sentido. No solo por los obstáculos que hay que atravesar en el interminable recorrido hacia los Estados Unidos, sino también por cómo están ensambladas. Los balseros saben, en primer lugar, que deben escapar de Cuba sin ser interceptados por las fuerzas oficiales o parapoliciales al servicio de la dictadura.
Quienes asumen el riesgo, muchas veces les toca la peor parte, que es ni más ni menos el hundimiento de la balsa, seguido de la muerte.
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Delante de esta interminable historia de muerte y de una dictadura que no termina, ¿no le parece una burla que en los mismos días en que esto ocurre, se den cita en la Habana, para debatir “El nuevo orden económico mundial”?
¿Se habrán enterado las parlamentarias chilenas y los otros invitados, de estos sucesos trágicos? ¿Les habrá impresionado? ¿Consideran ellos que esos cientos de miles de cubanos que prefieren morir a permanecer en la Isla también son humanos y tienen derechos?
Estas son preguntas para las cuales ciertamente no habrá respuesta.
La tan mentada defensa de los Derechos Humanos para las representantes de la izquierda mundial vale sólo en la medida que los afectados son del mismo color ideológico.
Oigamos un testimonio de una madre cubana que perdió a su hijo, producto de la insolación en medio del océano y que finalmente pudo llegar a los Estados Unidos.
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Recemos por quienes fallecieron en el intento de encontrar un mundo mejor y para que quienes aún sufren el oprobio del comunismo que el Papa Benedicto XVI, catalogó como “la vergüenza de nuestro tiempo”, puedan ver rayar la aurora de la auténtica libertad católica.
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