Primera Dama y Familia

Estimado radioyente:

La iniciativa legislativa de reponer el cargo de Primera Dama ha suscitado encontradas opiniones.

Nos parece oportuno analizar el tema desde una perspectiva extra partidaria y apolítica, pues el asunto es mucho más profundo que una mera cuestión de partidos políticos, es fundamentalmente una forma de entender a la familia y a la sociedad.

Como nuestro programa se enfoca precisamente en este aspecto, la familia y la sociedad, a la luz de la doctrina católica, es desde allí que lo vamos a abordar.

Antes de pasar al análisis recordemos los hechos.

Algunos diputados de oposición propuesieron presentar en el próximo mes de marzo un proyecto para restituir el cargo de primera, que como se sabe, fue derogado por, Irina Karamanos, la expareja del Presidente Gabriel Boric.

Tras el anuncio de la presentación del proyecto de reposición del cargo de Primera Dama, la socióloga Karamanos declaró a la prensa que la propuesta es “un estilo oportunista el antojo de poner este tema a días de la tragedia. Las sentidas manifestaciones de cariño a Cecilia son válidas en sí misma, sin necesidad de usarlas ni hacerlas ley. Por lo demás, el país requiere otras urgencias legislativas en este momento”.

Varias declaraciones se han seguido formulando a favor o en contra de la iniciativa. Todas ellas formuladas por representantes políticos.

Sin ser políticos, sino católicos, ¿qué debemos pensar al respecto?

Comencemos por decir que la sociedad, de acuerdo a la concepción católica, constituye primordialmente al conjunto de familias que unidas por un mismo origen comparten tradiciones, costumbres y una forma similar de relacionarse.

De acuerdo al la Encíclica Pacem in Terris  «La sociedad humana […] tiene que ser considerada, ante todo, como una realidad de orden principalmente espiritual: que impulse a los hombres, iluminados por la verdad, a comunicarse entre sí los más diversos conocimientos; a defender sus derechos y cumplir sus deberes”

Para que ello sea posible, debe existir primero la familia, pues ella es la base y célula primera de la cual posteriormente se forma la sociedad. A bien decir, la primera sociedad es la familia. De allí saldrán los hijos, en ella se formarán y encontrarán sus sustento material y espiritual.

La conformación de la familia natural está constituida por un padre que es el primer responsable del sustento de ella; de una madre que es el corazón de la familia y el nexo natural entre el padre y los hijos; y de la prole, que es fruto del amor de los esposos.

Siempre se entendió así la familia, y toda unión que no obedezca a estas reglas es una forma anómala y casi siempre efímera de unión.

De esta concepción de la familia, toma su origen lLa palabra “Dama”. Ella viene del latín, y era el sinónimo de señora, dueña de casa, esposa.

El concepto Dama comienza a ser de uso común en la Edad Media, época en que, por influencia de la Iglesia, según comentamos en nuestro programa anterior, la mujer alcanzó su mayor reconocimiento y dignidad.

Luego, para que existan verdaderamente “Damas” debe existir, previamente, la familia. No existen las “damas” que no son señoras casadas y dueñas de casas. Ellas son normalmente llamadas, señoritas para distinguirlas de la idea de una mujer sólidamente establecida en la vida del matrimonio y con las responsabilidades y derechos que les son inherentes.

Los antecedentes históricos de la Primera Dama en Chile vienen del propio concepto familiar del poder político.

Durante la Colonia, la cónyuge del gobernador era conocida como «presidenta» —los gobernadores también eran llamados «presidentes» por su función de presidir la Real Audiencia—. A partir de mediados del siglo XIX, esta denominación fue lentamente superada por la de primera dama.

La mayoría de las primeras damas del siglo xix fueron admiradas y respetadas por la ciudadanía por su activa labor social; así ocurrió, por ejemplo, con Delfina de la Cruz Zañartu, cónyuge de Aníbal Pinto, que gestionó ayuda para los heridos de la Guerra del Pacífico, y con su sucesora, Emilia Márquez de la Plata Guzmán, cónyuge de Domingo Santa María, que realizó labor benéfica con viudas y huérfanos causados por dicha guerra.

El ejercicio benéfico del cargo de Primera Dama, se encuentra en el concepto de madre y señora. A la esposa del Presidente de Chile, le correspondía en cuanto esposa, representar para toda la nación, lo que ella previamente había cumplido al interior de las paredes domésticas.

Su papel era confortar con caridad, estimular con afecto, poner el toque femenino en el ejercicio de un poder muchas veces mecánico y rudo.

Todo esto hizo que ellas, a lo largo de la historia se destacaran y dejaran memoria.

Naturalmente que esta memoria revivió por ocasión de las ceremonias de entierro del expresidente Piñera.

La imagen de su viuda vestida de negro y acompañada de hijos, nueras y nietos, no podría dejar de contrastar con la de persona de Irina Karamanos, sin vínculos con el Presidente y sin hijos.

Pero, insistimos el problema no es ni personal ni político. Es saber cómo se debe entender la sociedad y la familia.

A lo anterior se le suma otro aspecto, es el del título de Primera Dama.

Obviamente que, para una mentalidad igualitaria, el concepto de Primera, le suena profundamente antipático.

De acuerdo a la ideología feminista, la mujer no debería ser ni esposa, ni madre, ella debería vivir “liberada” de cualquier institución que le significara una limitación en sus supuestos derechos sexuales y reproductivos.

La misma Irina Karamanos que aprovechó de su cargo para acabarlo, declaró que la razón de hacerlo era porque: “La figura de primera dama no es tan democrática como esperamos que sean las instituciones”.

Abundando sobre el tema, la misma Karamanos declaró a la prensa española: Pero, además, está la idea de que hay que cuidar al presidente también. Es un cuidado global, universal, que hay que ejercer, muy maternal. La figura como madre de todos. Y al no calzar con eso se generan bastantes problemas (…) Y esa parte cultural va a continuar, es algo que está en desarrollo, que tiene que ver con lo que se espera de la pareja presidencial y que tiene que ver con transitar en una autonomía de ambos lados. (…) Es decir, también el presidente puede cuidarse; también el presidente puede tener aspectos femeninos, masculinos y todo lo que se quiera asociar socialmente a rasgos de género; así como yo también”.

Obviamente que para quien tiene esta ideología de que el hombre puede ser al mismo tiempo mujer, y que el rol del hombre y de la mujer no es diferente y complementario, sino que es un fluido transitorio, el cargo de Primera Dama no tiene sentido ninguno.

En sentido opuesto, para quienes somos católicos y sabemos que una sociedad sana es el resultado del respeto y valorización de la familia, nos declaramos favorables a la reposición del cargo y, sobre todo, al estímulo de la familia natural y católica.

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