Niños o Niñes

Estimado radioyente:

La semana pasada se viralizó un tuit de la Subsecretaría de la Niñez, en donde se decía: «cada vez que te refieras a niñas, niños y adolescentes, muestra respeto, son sujetos de derechos y no propiedad de las y los adultos. Te invitamos a dejar atrás estereotipos y eliminar barreras para una convivencia en armonía, utilizando los conceptos y términos correctos».

En la gráfica preparada por esta repartición pública se hace un llamado a reemplazar el uso «menores», «nuestros niños» y «los niños son el futuro» por frases como «niñas, niños, niñes y/o adolescentes», «las niñas, los niños, les niñes» y «niñas, niños y adolescentes son el presente».

La publicación en cuestión generó una serie de respuestas en redes sociales, y un usuario etiquetó a la Real Academia Española de la lengua por la frase.

Preguntó «hasta qué punto es correcto usar términos ‘inclusivos’ en este caso, donde una cuenta oficial usa el término ‘Les Niñes'».

La respuesta de la RAE a la Subsecretaría de la Niñez tras llamado sobre niños, niñas y niñes fue que es: «innecesaria» la palabra «niñes”. Agregó que «si se refiere al conjunto de todos los niños, con independencia de su sexo/género, el uso de la letra «e» es, además de ajeno a la morfología del español, innecesario».

El tema, en principio, no pasaría de ser un intento más para ir acostumbrando a los menores de edad a independizarse de sus padres de modo precoz y sin madurez.

Sin embargo, estos intentos se ven particularmente agravados con las disposiciones del proyecto de Constitución que establece la Educación sexual integral, que establece: “todas las personas tienen derecho a recibir una educación sexual integral, que promueva el disfrute pleno y libre de la sexualidad”.

La disposición constitucional deja la educación por parte de los padres completamente anulada. Pues, de acuerdo con ella, ningún padre de familia podrá formar a sus hijos de acuerdo, por ejemplo, a la moral católica que no comparte esa definición.

Más aún, la moral católica siempre enseñó que el don de la sexualidad humana debe ser practicado dentro del matrimonio y en orden a la perpetuación de la especie.

Tales enseñanzas, lejos de ser arbitrarias, se ordenan de acuerdo a la propia naturaleza humana.

En efecto, si se acepta que la sexualidad se puede practicar meramente por “el disfrute pleno y libre”, se deben aceptar entonces todas las conductas que lo provoquen, sean ellas antinaturales y contrarias a la dignidad con que Dios creó a los hombres.

Sin embargo, hay otras consecuencias que son particularmente graves.

Una de ellas es la limitación a la libertad de educar. Hasta ahora los colegios religiosos pueden enseñar a sus alumnos de acuerdo a sus postulados morales, coincidentes con los de los padres y apoderados que ahí los han matriculado.

¿Pero qué pasará si la nueva Constitución fuera aprobada y esta disposición entrase en vigor?

Simplemente que ni el colegio, ni los padres de familia podrían impartir la educación moral que consideran la mejor para sus hijos.

Por este motivo, por ocasión de la aprobación de esta disposición constitucional, una convencional, Sra. Ruth Hurtado (Chile Libre) expresó: “En dos oportunidades hoy en el pleno se rechaza que los padres tenemos derecho y deber preferente de educar a los hijos. Esta Convención busca con ahínco debilitar la figura de los padres, de la familia, entregando nuestro derecho y deber al Estado”.

Al respecto, Francisca Figueroa, abogada e investigadora de la fundación Acción Educar sostuvo que el derecho de los padres para educar a sus hijos no pretende actuar como una propiedad sobre ellos, sino que al contrario, “es una forma de proteger a los niños que al ser menores de edad o no contar con la madurez suficiente, no pueden tomar sus propias decisiones sobre ciertas materias. Entonces la pregunta acá es: cuando el niño no puede tomar decisiones por sí mismo, ¿quién es el primero llamado a reemplazar su voluntad? ¿sus padres o un tercero como podría ser el Estado?”.

La respuesta a esta pregunta de la abogada es obvia: “El Estado”.

Es lo que se puede leer en la propia página web del Ministerio de Educación “Queremos llegar a todos los rincones de Chile con un mensaje claro: las escuelas, los liceos, los colegios pueden y deben ser lugares justos, donde todas y todos puedan aprender, sentirse protegidos, felices, jamás discriminados por ser quienes son”.

Esas frases parecen ser muy comprensivas, no obstante, detrás de ellas se enconde una verdadera amenaza al papel de los padres de familia.

¿Qué pasará, por ejemplo, cuando un padre de familia no quiera que su hijo participe de una enseñanza moral completamente reñida con sus principios y opuesta a la virtud de la pureza? ¿Será acusado de discriminador? ¿Se le permitirá mantener al hijo en el colegio? ¿No será el mismo procesado por “negar los derechos sexuales a su hijo”?

Como se ve, el tema del tuit de la subsecretaría que generó reacciones, no es sino la cabeza de un icberg que esconde una inmensa masa de destrucción de los derechos de los padres a educar a sus hijos.

A propósito del tema, el departamento de Familia de la Pontificia Universidad Católica plantea con razón que: “resulta incongruente que el ordenamiento civil asigne a los padres el cuidado de sus hijos, establezca que ese cuidado es uno integral, los haga responsables de los daños que sus hijos puedan causar a otros y, por otro lado, la norma constitucional establezca que ellos pueden no ser consultados en la toma de decisiones de aspectos relevantes de la vida personal de un hijo, como es su educación”.

Tal prédica estatista ya está produciendo consecuencias dañinas incluso entre colegios católicos que se adecúan a lo que se llama “políticamente correcto”.

En este sentido, es significativo el hecho de la jornada que organizó el colegio Saint Georg, dependiente de la congregación de Holy Cross, los días jueves 19 y viernes 20 de mayo recién pasados, bajo el título de: XI ENCUENTRO POR LA PARTICIPACIÓN JUVENIL EN DEMOCRACIA, MAYO DE 2022, “Las Juventudes y el momento constituyente: Chile proyecta un nuevo Pacto Social.”

Las charlas comenzaron con una conferencia inaugural de la Ministra de Relaciones Exteriores, la cual obviamente fue a ponderar las bondades de la nueva Constitución y del gobierno que representa.

Además de las conferencias, los alumnos de varios institutos fueron convidados a poner sus sueños para 10 años más.  En ellos se podía leer una especie de anhelo a todo tipo de relaciones sexuales sin límite y de rechazo a la idea de pecado y de la moral.

Uno de ellos decía: “La década Z, la revolución del uniforme. Reglamento escolar actualizado respecto a la constitución y los derechos humanos». El anuncio estaba ilustrado con un alumno con polleras y una alumna al lado de pantalones.

Otro cartel señalaba: «Después de una larga batalla por la constitución 2022 logramos tener una educación no sexista, sexual integral sobre: consentimiento, alternativas anti conceptivas, entrega espacios de integración LGBTQ+ Además (…) enseñar todo lo anterior desde la infancia»

Más adelante, en otro cartel se podía leer: “Sin Censura. 10 años desde a reforma constitucional de la libertad de enseñanza y educación integral. Educación sexual integral ha alcanzado su mayor % (porcentaje) de efectividad en relación a realidades de derechos a personas gestantes, lgbtqia+, abuso sexual, anticonceptividad, placer, relaciones afectivas, entre otros.”

No vamos a cansar a nuestros oyentes con más de lo mismo.

Lo único que cabe preguntarse, como conclusión de estas consideraciones, es si los propios colegios católicos se adecúan a impartir esta enseñanza, en vez de reaccionar contra ellas, y desde sus patios salen estudiantes con estos “sueños”, ¿Qué se puede esperar para el futuro de la familia y de la sociedad chilena en su conjunto?

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