La Patria, una familia
Hay muchas cosas que caracterizan a una familia, sin embargo una de las más específicas es que ella constituye un conjunto de personas que celebran las mismas fiestas y descienden de los mismos antepasados.
En esas celebraciones y duelos en conjunto la familia se reconoce como formando una misma grey, pues nada une tanto como celebrar juntos las mismas fiestas y dolerse en las mismas ocasiones.
Esta reflexión que es obvia, se nos hizo patente por ocasión de estas Fiestas Patrias que acabamos de celebrar.
A bien decir no hubo quien no se sintiera haciendo parte de la Fiesta. En un conocido hospital de Santiago, en las vísperas del 18 los funcionarios celebraron con tal vehemencia, que los médicos debieron llamarlos al orden, pues parecía que se habían olvidado del lugar en que se encontraban.
Ahora, si eso se produjo al interior de un lugar en que normalmente no hay ambiente de festejo, imagínese el auditor en todos los otros lugares que no están obligados a guardar el silencio ni reposo.
Y no se diga que ese ambiente dieciocheno es sólo de quienes pueden comprar un pasaje para viajar al exterior. Muy por el contrario, lo que caracteriza el 18 es que mientras más cercano al origen campesino, más se siente concernido en la Fiesta.
La prueba de ello son los niños vestidos de huasos y las niñitas como chinitas. Quizá esos niños así vestidos no ha estado nunca en el campo, pero ellos sienten, y más todavía sus padres que así los presentan, que sus raíces vienen del campo chileno.
Y este ambiente es tan contagioso que hemos visto a relucientes haitianos de color, con sombrero de huaso y a otros comprando buena cantidad de carne, “p’ a tirar a la parrilla”.
Tales hechos, que están a la vista de todos, nos recordaron cuanto están fuera del contexto nacional aquellos que quieren mostrar a Chile como un país “plurinacional”, donde los sureños no tendrían nada que ver con los nortinos, ni estos con los colchahuinos, y así por delante.
Es precisamente lo opuesto. Todas las diversas regiones del País vibran de igual modo en la misma ocasión y por los mismos motivos. Lo que hace precisamente que ella constituya una sola Patria, es decir que todos reconozcan que vienen de los mismos padres y se alegran en las mismas ocasiones.
Quienes pretendieron reformar la Constitución nacional, para que ella incluyera el reconocimiento de la plurinacionalidad, de todos modos no habrían podido evitar que de igual modo que en este año, igual que en los próximos, se hubiera seguido celebrando el 18 en todo el País.
Otro aspecto que salta a la vista en la Fiesta del 18 es la rememoración de la vida rural, en especial la de la zona central, donde la vida de campo se forjó de modo más característico con sus trajes, sombreros, costumbres, comidas, bailes, etc.
Tal recuerdo nostálgico de la vida de campo “de tiempos pasados que ya no volverán”, como cantaban los Quincheros, nos muestra que en esos campos y en esos tiempos, ciertamente duros y de mucho trabajo, los hombres y sus familias vivían contentos. Pues de lo contrario, ¿cómo entender que para celebrar la Patria se recuerde un tiempo en que todos vivían explotados y sometidos a un sistema injusto?
Hay por lo tanto dos consideraciones importantes desde el punto de vista de nuestra idiosincrasia nacional y de nuestro modo de entendernos nosotros mismo que estas celebraciones nos dejan.
El primero es que efectivamente constituimos una sola Patria, con una misma historia y provenientes de un mismo tronco, donde se mezclan la sangre hispana con la nativa y con aportes, aunque en menor proporción, de sangre negra. Y fue precisamente por esa razón que el 62% de los chilenos rechazó la constitución plurinacional de origen boliviano.
En segundo lugar, que el crisol donde se forjó ese modo de ser chileno, no fue en la minería del Norte, ni en las minas del carbón del sur, ni en el guano, ni el salitre que fue durante tanto tiempo una importante fuente de riqueza nacional y que desencadenaron la Guerra del Pacífico, sino, principalmente, en la vida rural de la zona central de Chile.
Estas consideraciones son importantes, pues hace más o menos 50 años atrás, la propaganda de los medios de comunicación y de varios partidos políticos de izquierda sostuvieron que la vida de campo era profundamente injusta y triste para quienes allí trabajaban y que por lo tanto se debía realizar una profunda reforma agraria que acabase con esa forma de vida.
Efectivamente ella se acabó, en consecuencia de esa propaganda. ¿Qué vemos ahora?
Es que pasado medio siglo, cuando tenemos que celebrar nuestras raíces no volvemos con cariño y nostalgia a esos mismos atuendos, bailes, comidas, que surgieron en esa época tan triste.
¿Sería ella entonces tan triste así? O, al contrario, ¿lo que hoy nos deja triste es que ella haya desaparecido, y que “sean tiempos pasados que ya no volverán”?
Para concluir, otro de los aspectos que más entusiasma a los chilenos por ocasión de la conmemoración de las Glorias del Ejército del día 19 de septiembre es la Parada Militar del Parque Cousiño, hoy llamado Parque O’Higgins.
Este año no fue una excepción en comparación con los años anteriores. A pesar de las permanentes campañas de desprestigio a las FFAA, el pueblo chileno se siente orgullosamente representado por esas marciales marchas al compás de las cuales puede estar desfilando un hijo, un marido o el propio padre.
(poner un trecho de Viejos camaradas, 36’’)
Ud. debe concordar con nosotros que, si hay alguna tradición chilena que encanta a todos, salvo a los eternos descontentos del espíritu marcial, es ciertamente la Parada Militar Ella es el resultado de la promulgación, en 1915, de la ley que consagró el 19 de septiembre, el día siguiente al de la Primera Junta nacional de Gobierno, como el “Día de las Glorias del Ejército”.
Desde ese entonces hasta hoy, las diversas divisiones de nuestras Fuerzas Armadas desfilan en la elipse del Parque O’Higgins.
Sin embargo, ya antes de la promulgación de esta ley, durante el siglo XIX, las Fuerzas Armadas de entonces, realizaban paradas que eran denominadas «despejes» —que en un principio consistían en ejercicios y simulacros de guerra. Ellas se desarrollaban en el amplio llano de Portales y significaban una verdadera fiesta popular.
Como se ve, la Parada Militar, antes de ser un evento oficial como se le conoce hoy, era principalmente un ejercicio de guerra acompañado por numeroso público que admiraba la destreza de sus FFAA.
Posteriormente, y quizá precisamente por la afluencia e interés de los chilenos, comenzó a asistir también el Presidente de la República, acompañado de sus Ministros, todos “de a caballo” conforme la norma de entonces.
A ningún Presidente de entonces se le ocurrió comentar que esa Parada era un símbolo de la subordinación del poder Militar al civil. Al contrario, en vez de poner a un poder en contra del otro, lo que todos destacaban era el carácter guerrero y marcial de nuestras FFAA y, en consecuencia, la seguridad de nuestra soberanía.
Otros tiempos, otros Jefes de Estado
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