Fátima un mensaje de esperanza y de aprensión

Fatima un mensaje de esperanza y de aprensión

Estimado radioyente:

El pasado 13 de mayo se cumplieron 105 años de la primera aparición de la Santísima Virgen en Fátima, Portugal a tres pastorcitos; Lucía, Francisco y Jacinta.

De ahí para acá el mundo entero tomó conocimiento del contenido de esos Mensajes entregados por la Madre de Dios al mundo a través de esos niños.

Si los tuviéramos que resumir en pocas palabras, o al menos en lo que quedó en la memoria de incontables católicos que de ellos tomaron conocimiento, los mensajes de la Virgen increpan al mundo por ciertos pecados y lo amenaza con determinados castigos, en caso de que sus pedidos no sean atendidos. El carácter condicional de las promesas de Fátima queda así perfectamente determinado. Es decir, la Virgen deja un camino abierto para que la humanidad pueda escapar del castigo inminente mediante la enmienda de vida.

En este sentido, se destaca también el carácter expiatorio de los pedidos hechos por la Virgen: la Comunión Reparadora de los primeros sábados durante cinco meses seguidos y la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón. Si tales pedidos fuesen atendidos, Rusia se convertiría, abandonaría sus errores, y ese factor fundamental de perturbación del mundo cesaría de actuar. El mundo volvería a gozar de paz: la paz de Cristo en el Reino de María.

La actual invasión de Rusia contra su nación vecina, Ucrania ha vuelto a poner en atención los Mensajes de la Virgen, al punto de que hace pocas semanas atrás, por primera vez, se realizó la Consagración de Rusia y del mundo al Inmaculado Corazón de María conforme lo pedido por Nuestra Señora.

Sin embargo, quedan aún las principales condiciones puestas por la Virgen para que vuelva efectivamente un “período de paz” sobre el mundo.

Veamos algunas de ellas.

Comencemos por la crisis moral sobre la cual la Virgen advirtió a lo niños en esas apariciones. Esta crisis no ha hecho sino acentuarse rápidamente. Las modas se han ido degradando, aproximándose al nudismo cada vez más generalizado. La asombrosa inestabilidad del matrimonio; la ostentación desvergonzada, hasta con avisos luminosos en locales de fácil acceso, de casas de prostitución; la despenalización y la aprobación de la homosexualidad como un hecho normal; el creciente número de apostasías en el clero y entre miembros de las órdenes religiosas de ambos sexos, frecuentemente relacionado con el menosprecio del voto de castidad; la educación sexual permisiva en los colegios; los medios artificiales para impedir la natalidad; son otros tantos síntomas de la descomposición moral que afecta a sectores cada vez más amplios de las sociedades occidentales.

Así, entre las numerosas reformas que todo el mundo —y sea en Occidente, cuanto de Oriente— considera necesarias, nadie pleitea la solución para lo que más ha ofendido a Nuestra Señora, es decir, la reforma de la moralidad, tanto particular como pública; la restauración de la institución de la familia, fortaleciendo la sacralidad e indisolubilidad del matrimonio y la autoridad de los padres sobre los hijos; y sustrayendo a éstos a la exagerada intromisión del Estado —que oficialmente es laico, cuando no directamente ateo— en la enseñanza, en la cultura, en el interior del hogar, etc.

Por lo tanto, cualquier afirmación en el sentido de que las promesas de Fátima se estarían cumpliendo exigiría la mayor prudencia, puesto que, de parte de los hombres, no hubo correspondencia a los pedidos de la Virgen en un punto fundamental: la enmienda de las costumbres.

Hay otro aspecto que habla en el sentido de que no se han cumplido las condiciones para la conversión de Rusia.

A este respecto, hay quienes afirman que Rusia ya se habría convertido a la religión y  aducen este hecho como la confirmación del cumplimiento de las condiciones puestas por la Virgen en Fátima para la venida de ese reino del Inmaculado Corazón de María.

No obstante, la supuesta conversión de Rusia deja mucho que desear, cuando no, inspira las mayores desconfianzas.

En efecto, si se oyen los recientes discursos de Putin el pasado 9 de mayo o, poco antes, por ocasión del discurso pronunciado en un estadio de futbol, más parece el de un predicador evangélico que el de Jefe de Estado de una nación no confesional.

Putin habló de Fe, de valores, de familia, de todo aquello que debería estar en boca de Obispos y sacerdotes.

Pero hay un aspecto que cuestiona gravemente la autenticidad de esa conversión.

Cuando el Obispo San Remigio bautizó al rey Clodoveo, en la ciudad de Reims, el 25 de diciembre entre el año 496 y/o 499, le formuló una sentencia que quedó marcada para siempre como la condición de una auténtica conversión: “Dobla la cerviz, fiero sicambro, adora lo que has quemado, y quema lo que has adorado.”

De acuerdo a esa fórmula del Santo Remigio, no basta adorar lo que se quemó, es necesario también quemar lo que se adoró.

Es decir, la Rusia de Putin debería demostrar la mayor de las condenaciones al régimen soviético que vigoró por más de 70 años,  durante todo el periodo de la URSS.

Sin embargo, lo que vemos es precisamente lo contrario. Al mismo tiempo que Putin elogia la Fe, la familia y los valores tradicionales, invoca a Stalin y a Lenin como padres venerables de lo que fue ese imperio y considera como la mayor tragedia del siglo XX la desarticulación de ese conglomerado de naciones cautivas.

¿Cómo se puede afirmar -al mismo tiempo- adhesión a la religión, a la tradición y a la familia y elogiar a los dictadores marxistas que destruyeron sistemáticamente esos principios?

Hay, obviamente en ese discurso una enorme contradicción. Y en esa contradicción se esconde algo que no convence. No existe auténtica conversión sino se repudia de lo que se adoró.

Por otro lado, una auténtica regeneración de Rusia debería llevarla a la regeneración de la familia.

Sin embargo, 30 años después de la caída de la URSS, el aborto sigue siendo una práctica legal y común en Rusia -siendo el país de Europa con mayor índice de abortos y uno de los primeros del mundo- y en buena parte de los países exsoviéticos.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud de 2011, por cada mil partos en Rusia se produjeron 551 abortos, más del doble de los alrededor de 220 que tienen lugar en Estados Unidos.

Toda esta situación obviamente que lleva a desconfiar de la autenticidad de esa supuesta “conversión”.

Pero, por otro lado, tampoco se puede decir que el mundo occidental se haya convertido. Muy por el contrario, la familia natural y cristiana está siendo considerada como una institución obsoleta, y se pleitean los absurdos de la doctrina de género y de las reivindicaciones del lobby homosexual.

De este modo, el comunismo, aparentemente derrocado, parece haberse diseminado por todo el mundo.

En este punto, sí, las profecías de Fátima estarían siendo confirmadas por los hechos, pues en ellas se advierte: ¡si los hombres no se enmendasen, Rusia esparcirá sus errores por el mundo!

Es pues, del mayor interés tomar conocimiento del Mensaje de Fátima en su versión auténtica —conforme resulta de los manuscritos de la Hermana Lucía— para que los espíritus se mantengan lúcidos, vigilantes y animosos frente a los acontecimientos extraordinarios que puedan llegar a ocurrir, sumiendo a la humanidad en la perplejidad y en la aflicción.

Para los que tienen fe, resonarán siempre en sus oídos las palabras de la Virgen en Fátima: “Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará”.

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