Eutanasia, un acto homicida que ningún fin puede legitimar

Estimado radioyente

El tema de la eutanasia entra nuevamente en la discusión pública después del anuncio formulado por Boric en su Mensaje del 1 de junio pasado.

¿Qué pensar al respecto?

Como nuestros auditores saben, este programa, de orientación a las familias, se ordena de acuerdo a la doctrina tradicional de la Santa Iglesia Católica, por lo cual será en torno a esa doctrina invariable que daremos a conocer los criterios que deben orientar las conciencias de los católicos.

El 20 de septiembre de 2020 la Iglesia dio a conocer un documento sobre este asunto, llamado “Samaritanus Bonus” (El Buen Samaritano), donde se condena a la eutanasia y al suicidio asistido y acusó a los países y a las personas que los autorizan o toleran de deshonrar “a la civilización humana”.

En el referido documento se establece como “enseñanza definitiva” que la eutanasia “es un crimen contra la vida humana” que no se puede aplicar en ninguna ocasión y circunstancia y es una respuesta y “aclaración moral y orientación práctica” ante los debates en numerosos países para legalizar la eutanasia y el suicidio asistido, por lo tanto, también se debe aplicar a nuestro país.

Dedicado al acompañamiento de las personas al final de su vida, el texto de la Iglesia católica recuerda a quienes han decidido recurrir a la eutanasia o al suicidio asistido que no podrán recibir los sacramentos, ni la absolución, ni la unción de los enfermos.

Especificando que, “La eutanasia es un acto homicida que ningún fin puede legitimar y que no tolera ninguna forma de complicidad o colaboración, activa o pasiva”.

Sin embargo, la Congregación para la Doctrina de la Fe, advierte también sobre la necesidad de evitar el uso de “tratamientos desproporcionados y deshumanizantes” gracias a las nuevas tecnologías.

“La renuncia a medios extraordinarios y/o desproporcionados no equivale al suicidio o la eutanasia; más bien expresa la aceptación de la condición humana frente a la muerte”, aclara.

La Santa Sede decidió recordar la doctrina sobre el final de la vida debido al debate en varios países sobre ese tema.

EN este sentido, el texto del Vaticano advierte a los Parlamentos que: “Aquellos que aprueban leyes sobre la eutanasia y el suicidio asistido se hacen, por lo tanto, cómplices del grave pecado que otros llevarán a cabo. Ellos son también culpables de escándalo porque tales leyes contribuyen a deformar la conciencia”.

Por estas razones, la Iglesia católica considera “gravemente injustas” las leyes que legalizan la eutanasia y el suicidio asistido y rechaza el principio de que la muerte es digna porque ha sido elegida.

“Aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador”, sostiene el documento vaticano.

Y concluye recordando que: “Se puede llegar a la situación de deber desobedecer a la ley, para no añadir injusticia a la injusticia”.

Pero veamos también cuál ha sido la experiencia concreta en los países en que esta mentalidad suicida ya ha conseguido imponerse, como son los casos de Holanda, Bélgica y Luxemburgo. En América Latina se ha sumado también el caso de Colombia.

En el Informe de Maria Pilar Lampert Grassi, que se encuentra a disposición en la Biblioteca del Congreso, se dan algunos datos que muestran que una vez creada la ley se multiplican por mil los casos de suicidios voluntarios o eutanasias.

En el caso de Bélgica, por ejemplo, se informa que “ha habido un aumento progresivo de los casos de eutanasia de 259 casos en el 2003 (primer año consignado) a 2.357 el año 2018, lo que corresponde al 2,1% de las muertes de ese año”.

En el caso de Colombia, la eutanasia se encuentra vigente en virtud de una resolución Judicial. Los requerimientos incluyen a “niños de entre 6 a 12 años, que tenga una enfermedad o condición en fase terminal”.

Comentamos nosotros que, cuando una ley o resolución judicial llega al extremo de permitir que niños desde los 6 años puedan ser eliminados de esta vida, se perdió totalmente lo que significa el valor intrínseco del don que Dios nos dio y constituye una afronta a su divina voluntad.

El caso de Holanda es el más característico pues ha sido el pionero de esta “cultura de la muerte”.

De acuerdo al mencionado informe: “el número de casos de eutanasia y asistencia al suicidio ha ido en aumento desde el año 2011 (1.882 casos a 6.585 casos), en el año 2017 (6.306 eutanasia, 250 suicidio asistido y 29 combinación de los dos), lo que corresponde al 4,4%de las muertes del país (150.027).”

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Ante este panorama de muerte, surge con especial relieve la actitud heroica de la chilena Camila Gómez, la madre de Tomás Ross, el niño con enfermedad grave y degenerativa, que, en vez de optar por su muerte, decidió caminar 1.300 kilómetros desde el Sur hasta Santiago para conseguir un costoso medicamento y salvarlo.

Como todo el País pudo acompañar por las redes sociales, la madre partió de Ancud el pasado 28 de abril junto a Marcos Reyes, presidente de la corporación Familias Duchenne en Chile, quien también tiene dos niños adolescentes con la misma enfermedad.

El objetivo, además de recaudar fondos y visibilizar sus causas, era conseguir que el presidente chileno Gabriel Boric «lleve un proyecto de ley al Congreso» que permita mejorar la cobertura de enfermedades raras en el país, según le explica Reyes a BBC Mundo, todo lo contrario de que recurrir a la muerte prematura.

Ya antes de llegar a la Capital, la Sra. Camila Gómez había conseguido recaudar 3.500 millones de pesos para comprar un medicamento vital para su hijo de cinco años y visibilizar la causa de pacientes con enfermedades raras en Chile.

Dos actitudes que muestran dos mentalidades. La primera, la de la eutanasia, obedece a quienes consideran que esta vida es para pasarlo bien, y que cuando vienen sufrimientos es mejor suicidarse.

La segunda, la de la madre que camina 1300 kilómetros para obtener recursos para salvar a su hijo. Esta es la actitud de aquellos que saben que la vida es un “valle de lágrimas” pero que es necesario enfrentar el sufrimiento y cumplir noblemente con sus deberes de estado que Dios les encomendó.

Es la alternativa delante de la cual estamos. Corresponde a las almas con Fe saber resistir a esta imposición siniestra y negra de quienes “quieren ser como dios” y apoderarse de un derecho que no les corresponde, acabar con la propia vida o con la de aquellos que no han nacido.

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