Envejecimiento de la población ¿serán los robots la solución?

Estimado radioyente
Si a Ud. le dijeran que Japón planteará en la próxima reunión del G20 , o sea del Grupo de los 20 países más industrializados y emergentes del mundo, el tema del envejecimiento de su población Ud. diría que eso no tiene nada que ver con Chile.
En realidad Chile no pertenece al G20 y este año participará sólo a título de invitado. Sin embargo hay un punto por el cual lo que ocurre en Japón tiene mucho que ver con lo que pasa en Chile. Se trata del envejecimiento de la población.
Si al consejero Acacio le preguntasen por qué envejecen las poblaciones de un país, él respondería lo evidente: porque no nacen niños y porque los ancianos viven más tiempo.
Y si al mismo consejero Acacio le preguntásemos cómo se puede solucionar ese problema, él respondería lo obvio: estimulando la natalidad de la población.
Sin embargo no parece ser ésta la respuesta que están encontrando los japoneses. De acuerdo a información de prensa el gobierno nipón intenta frenar las consecuencias de la disminución de mano de obra, entre otros problemas, con robots.
De acuerdo a la misma información: En la ciudad de Osaka, un grupo de técnicos muestran algunos de los avances robóticos para ayudar a una población cada vez mayor y el efecto en la disminución de mano de obra.
Algunas versiones de estos inventos son utilizados en la residencia de ancianos Shintomi, al sur de Tokio. Sobre dos mesas unidas hay perros y focas robots que parecen juguetes y que ayudan a los adultos mayores con problemas de memoria. Los enfermeros usan distintos modelos de exoesqueletos que los ayudan a levantar peso sin dañar la espalda. Otras máquinas controlan las pisadas y los pasos de las personas con problemas de movilidad. Y así, una sociedad pionera en muchos ámbitos, y ahora, también, en anticiparse a un mundo cada vez más viejo.
Otras innovaciones apuntan directamente a ayudar a los adultos mayores. Una de estas es una silla de ruedas con sensores de movimiento para evitar choques y que se maneja como un joystick. Usa batería de litio y tiene autonomía para 10 kilómetros. Otra es el ‘asistente para salir de la cama’, cuya mitad se convierte en silla de ruedas para adultos mayores con dificultades de movimiento.
En una palabra, la solución para el tema del envejecimiento que buscan los japoneses será la de multiplicar los robots.
¿S imagina Ud. mismo que nos oye, con algunos años a más, siendo ayudado a salir de la cama por un robot? ¿Ud. cree que una sociedad en que los ancianos vivirán dependientes de máquinas y no de nietos, será una sociedad humana?
El asunto es verdaderamente importante y traerá consecuencias para la sociedad mundial, incluida la chilena.
Lo cierto es que también en nuestro país existe una tendencia creciente al envejecimiento. Tal como lo señala el Servicio Nacional del Adulto Mayor, Senama, hay 2,8 millones de personas sobre 60 años, correspondiente al 16,2% de la población. En adición a lo anterior, y de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la esperanza de vida promedio en Chile es de 80,5 años, estimándose que para el 2025 la población mayor de 60 años constituya un 20% de la cantidad de habitantes en el país, lo que superará el porcentaje de población menor de 15 años.
La disyuntiva que se presenta delante de estos números es clara: estimular la natalidad o invertir en robots.
Ud. me dirá que lógicamente se debe estimular la natalidad.
Concordamos.
Pero los niños no nacen por generación espontánea, ellos son frutos naturales del amor de los padres, que unidos en matrimonio estable, cumplen con su deber de acoger nuevas vidas y de educarlos.
Luego, si se quiere estimular la natalidad, se debe comenzar por fortificar los matrimonios y la familia estable y ayudar subsidiariamente a aquellas que son más prolíficas, es decir que tienen más de 3 o 4 hijos.
Es lo que hasta poco tiempo atrás era común en todas las organizaciones superiores. Incluso los colegios privados cobraban menos a los hermanos menores, hasta no cobrar nada cuando los hermanos pasaban de un cierto número.
Hoy, en que todo parece ser a la inversa de lo racional, lo que se está estimulando son las uniones estériles, es decir las homosexuales. Y este mismo mes de junio, que antiguamente se consagraba al Sagrado Corazón de Jesús, hoy se estudia cómo solucionar con robots la falta de niños.
Quizá algún auditor nos responderá que es muy fácil hablar de traer más hijos al mundo, pero que el problema es qué trabajos ellos tendrán y cuál será su futuro económico. Que es más responsable no tener hijos que aventurarse sin el debido respaldo material.
A nuestro objetante le respondemos que no es con cálculos meramente económicos que se constituye una familia ni una sociedad. Los esposos cuando se casan, saben muchas veces que pasarán penurias, que el presupuesto será mayor que los ingresos, pero no por eso dejan de contraer matrimonio. Los avatares económicos, enfrentados con ánimo y resolución, más que problemas insolubles los ayudarán a unirse.
Además, esos cálculos meramente económicos representan una visión atea de la existencia. Pues si la misión de los esposos es traer hijos a esta vida, ¿puede ser que Dios, que es infinitamente rico y poderoso no los auxilie en el cumplimiento de sus deberes?
Como si Nuestro Señor anteviera esas desconfianzas materialistas de nuestro tiempo ya nos advirtió:
“Por eso os digo, no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa? 26Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas?…”
Un ejemplo de la verdad de esta promesa divina la tenemos hoy al alcance de nuestra mano. Son los inmigrantes.
Según datos del INE, los extranjeros alcanzan un 6,6% del total de la población del país, alcanzando a 1.251.225 personas, entre venezolanos, peruanos, haitianos, etc. etc.
Este millón de personas está contenta trabajando en Chile en los menesteres más variados y sin que haya mayores quejas de los nacionales por falta de trabajo.
¿Qué nos indica este hecho?
Dos cosas. Primero, y sin ser xenófobos, es que si hubiera un millón de chilenos más nacidos y en edad laboral, todos tendrían trabajo. Segundo es que vale mucho más que la cantidad del sueldo que se consigue, el hecho de poder tener la vida y de trabajar, es lo que nos dice la presencia de los inmigrantes. Luego, la objeción de que no se tiene hijos porque no se sabe cómo vivirán, cae por tierra.
Seamos claros. Muchas veces se posterga el matrimonio y dentro del matrimonio se postergan la venida de los hijos no tanto por la futura seguridad de ellos, sino por la actual comodidad de los esposos o convivientes.
Ahora, cuando aquellos que deberían tener hijos y después nietos que los cuiden, prefieren tener un animal doméstico, un buen auto y un viaje anual al exterior, ¿cómo evitar entonces que al final de sus días sean “atendidos” por robots inhumanos, fríos e impersonales?
Los españoles tenían un dicho muy decidor: “cría cuervos y te sacarán los ojos”, refiriéndose a la ingratitud de los hombres. Quizá dentro de un tiempo se deberá decir, “si no quieres críos, conténtate con un robot”.
Esperemos, por nuestro propio bien, que no lleguemos a eso.
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