Estimado radioyente:
Ud. concordará conmigo que si hubo algún evento que unió a los chilenos, sin diferencia de ningún tipo, fueron los Juegos Panamericanos.
El Team Chile concluyó su participación en Santiago 2023 con una sonrisa de profunda satisfacción.
En la última jornada de competencias, la delegación nacional logró medallas en pelota vasca (2), patinaje (2), ciclismo (2), karate (2) y tiro con arco (1). De esta manera, Chile alcanzó una inédita marca de 79 medallas; 12 oros, 31 platas y 36 bronces.
Al respecto de estos resultados, el presidente del Comité Olímpico de Chile, Miguel Ángel Mujica, observó que: “Este es el momento más importante de la historia para nuestro deporte. Santiago 2023 quedará como el hito más relevante, no sólo porque el Team Chile obtuvo sus mejores resultados, sino porque el deporte estuvo en el centro de nuestra sociedad. Tuvimos estadios llenos, la familia gozó con nuestros deportistas y nadie quedó indiferente. Esto es fruto de un trabajo de años, donde han sido fundamentales las Federaciones de nuestro país”.
Las observaciones del Presidente del Comité Olímpico son más que justas y vale la pena resaltar dos aspectos de ellas. En primer lugar, fue una fiesta de la familia. Fueron familias enteras que se congregaron en las diferentes competencias y que en conjunto apoyaron a los equipos nacionales.
Más aún, varios de los que obtuvieron medallas, como el caso de los hermanos Valderrama en ciclismo de montaña y las hermanas Abraham en remo, no dudaron en reconocer el apoyo que recibieron de sus familias, como elemento indispensable para alcanzar esos exitosos resultados.
Otro aspecto importante de las declaraciones del Sr. Miguel Ángel Mujica es el de señalar que “Esto es fruto de un trabajo de años”.
En efecto, muchos creen que los buenos resultados, en cualquier aspecto de la vida “caen del cielo”, y no tienen relación con los esfuerzos individuales o de conjunto.
El ritmo de una campeona mundial, para hacerse una idea, es así, de acuerdo a una de las hermanas Abraham: «A las 6 nos levantamos a hacer pesas. Después desayunamos y a las 8.30 estamos en clases. Almorzamos como a las 1, descansamos un poco y después a entrenar unas dos o tres horas. Nunca nos dormimos pasadas las 11, si llegamos a esa hora despiertas, nos obligamos a dormir».
Lo dicen con convicción. Las mellizas, desde su ciudad natal, Concepción. Ellas podrían estar haciendo cualquier cosa antes que esto, pero prefirieron subirse al bote y remar. Lo decidieron hace bastante tiempo, y lo consiguieron.
Ambos aspectos valen por sí para un comentario de este programa. Sin embargo, lo que queremos destacar es un aspecto triste pero que da luces de una tragedia que sufren millones de hermanos caribeños.
Se trata de la huida de las jugadoras cubanas y del deportista de la misma nacionalidad que decidieron no volver a su país poco antes de concluirse los Juegos en Santiago.
Como fue públicamente informado por la prensa, seis jugadoras cubanas de hockey sobre césped y un vallista se fugaron de la Villa Panamericana durante la jornada de este sábado, de acuerdo a lo informado por la radio Bio-Bio.
Las atletas no se sumaron de vuelta a su delegación luego de la caída de la selección ante Uruguay en hockey.
Se incluye, entre los que abandonaron a sus equipos al corredor de vallas, a Yoao Illas, quien obtuvo la medalla de bronce en vallas y que también abandonó la concentración. El joven cubano, de 21 años, había logrado una marca de 49.74 segundos, en la final panamericana desarrollada en el Estadio Nacional.
Los jóvenes deportistas cubanos se suman, a lo largo de 2023, a otros 60 deportistas de Cuba que han abandonado a sus delegaciones durante competencias que se desarrollan en el extranjero. Por ejemplo, durante el desarrollo de la Copa de Oro, en Estados Unidos, fueron más de cinco los futbolistas que decidieron escapar del hotel en que alojaban.
El número de deportistas cubanos que ha desertado ya ronda los 800 en la última década. Y podría seguir aumentando, considerando que los Juegos Olímpicos de París 2024 están en agenda. Por un lado, la pérdida de campeones mundialistas y grandes prospectos reduce el desempeño de las delegaciones cubanas, y por otro, constituye una oportunidad para los deportistas dejarlo todo y comenzar de nuevo en tierra ajena donde pueden disfrutar de la libertad.
El deseo de fuga se mantiene. En el boxeo también se ve. En cuanto la disciplina conocida como “buque insignia” del deporte cubano logró autorización en mayo pasado que le permitiría medirse en el ring profesional, el doble campeón olímpico Robeisy Ramírez abandonó en 2018 la selección durante su paso por México.
El campeón olímpico y triple monarca mundial, Andy Cruz, quiso seguir sus pasos, pero fue expulsado en julio pasado del deporte cubano, tras un intento de emigrar de manera ilegal en balsa desde la isla.
Nos imaginamos que estos últimos jóvenes que abandonaron en nuestro propio territorio su país natal, deben haber competido bajo la angustia de saber que a pocas horas se encontrarían teniendo que encontrar una nueva forma de vivir.
Pero prefirieron correr los riesgos y enfrentar la inseguridad, a seguir esclavizados en una Isla que, desde hace más de medio siglo, cuando sus padres eran niños, les viene prometiendo “el paraíso en la tierra”, y lo único que han dado es la miseria, la esclavitud y el atropello sistemático de su propia dignidad.
Dos lecciones para los jóvenes chilenos de esta semana de Juegos Panamericanos.
Primero, la importancia del esfuerzo metódico, permanente, exigente, para poder alcanzar el triunfo en lo que nos empeñamos.
En segundo lugar, todo lo que parece en Chile tan poco atractivo para llevar una vida mejor, resultó ser un objeto envidiable para otros jóvenes que sólo conocen la opresión comunista, que con mucha razón fue calificada por el Papa Benedicto XVI, como “la vergüenza de nuestro tiempo”.
Valorar lo que tenemos y no destruir ni despreciar lo que nos parece poco, es la conclusión de esta lección.
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