Estimado radioyente
No hay duda de que mientras más alta sea la exposición de una persona, mayor responsabilidad ella tiene.
Una cosa son las opiniones vertidas por un profesor en la clase con sus alumnos; otra muy distinta es la declaración de un Ministro de la Educación, sea cual sea la materia.
Por ello mismo, las recientes declaraciones de Irina Karamanos publicadas por la revista Velvet -y reproducida por diarios de Argentina y Chile-, son propias a producir consecuencias para la institución de la familia en Chile.
Por esta razón nos parece importante dedicarle este programa consagrado a la institución de la familia.
Comencemos por decir que la familia es la unión matrimonial indisoluble del hombre y de la mujer, para la procreación y la educación de los hijos. Esta es la institución natural y cristiana a que todos los chilenos aspiran.
Es también lo que el Catecismo de la Doctrina Católica señala: «La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados.»
Las declaraciones de la Sra. Karamanos contradicen frontalmente este anhelo fundamental.
¿Qué dijo ella?
“Ambos tenemos una complicidad apasionada tanto en lo emocional como en lo político. Nos dimos cuenta de ello y lo hemos hecho crecer”, dijo la militante de Convergencia Social, el mismo partido de su pareja presidente y que pertenece al bloque izquierdista del Frente Amplio”.
“Me parece tremenda la falta de autonomía. Creo que involucrarse en el proyecto del otro dentro de una relación puede implicar algo así por un tiempo, no lo encuentro grave. La diferencia es que en este caso está pensado así́ de antemano. La gente cree que un Presidente tiene que ser tan masculino que a su pareja sólo le queda suavizar y compensar con buenas noticias para el gobierno”, señaló.
“(…) Karamanos –(…) también abordó aspectos cotidianos. “Las señoras me dicen que tenga una guagua (un bebé) con el Presidente. Que cuide al Presidente”, comentó, y se refirió al tipo de vínculo que tiene con Boric.
(…) “Pienso que existe la idea demasiado forzada de la pareja como complemento binario. Yo creo que nos complementamos mejor siendo ambos toda la gama de géneros incluyendo ser femeninos y masculinos, a la vez. Así́ vistos más completos, nos convertimos en un mejor apoyo mutuo, dependiendo del momento”, agregó.
“De igual modo, Karamanos lanzó una crítica al matrimonio como institución y su relación con el ámbito político. ‘Si hablamos de cuánto le ha importado al Estado el matrimonio como institución siendo un político, debemos mencionar el rol de la Primera Dama (…) que, aunque no estaba inscrito en ninguna parte, ha funcionado como una garantía de estabilidad que incluso le permitía tener una oficina en el Palacio de La Moneda, un equipo pagado y seis fundaciones a su cargo”.
Para finalizar, se refirió a los comentarios críticos que recibió por el hecho de no estar casada: “La ilegitimidad respecto a que la pareja de un Presidente no esté casada evoca muchas cosas (…) de eso salían comentarios como que yo estaba contratada, dudas sobre la orientación sexual del presidente, si yo era mujer u hombre (…) entonces yo era una persona trans contratada y el presidente una persona homosexual usándome como pantalla”.
Hasta ahí el contenido de las principales partes de su entrevista. Ellas transmiten una idea completamente opuesta al concepto natural de familia.
Comencemos por preguntar qué quiso decir Karamanos cuando expresa: “Yo creo que nos complementamos mejor siendo ambos toda la gama de géneros incluyendo ser femeninos y masculinos, a la vez”.
La idea, propia de la ideología de género, es absurda a primera vista.
En efecto, la complementariedad de los esposos reside principalmente en la diversidad de sexos, que da lugar a caracteres y formas de enfrentar la vida diferentes. San Pablo, en su primera Carta a los Corintios escribió sobre este tema «Cada uno tiene de Dios su propia gracia; éste, una; aquél, otra»
Precisamente en esta diferencia de “gracias” es que puede haber complemento. ¿Cómo podrá haber complemento cuando ambos son al mismo tiempo “masculino y femenino?”
Más todavía, como puede haber unión cuando no se sabe si la persona con la que se junta es “femenina o masculina”.
Pero las contradicciones no paran ahí. Karamanos afirma también que “ambos (deben ser) toda la gama de géneros”. Ahora, como se sabe, de acuerdo a la ideología de género existen al menos 50 géneros definidos, ¿quiere decir entonces que el Jefe de Estado y su “compañera” pertenecen alternativamente a esos al menos 50 géneros?
Consultada sobre si aspira a tener un hijo de su unión ella responde: –“Me cargaría que se instrumentalice a mi hija, hijo o hije. Más allá de eso, no creo que exista un momento perfecto para tener hijos”.
La respuesta, copiada de las declaraciones de la Ministra española de Igualdad, Irene Montero, desprecian la idea de tener hijos. Lo único que señala es lo que le “cargaría” que fueran “instrumentalizados”.
Los hijos, como es natural, son el fruto de las uniones de matrimonios estables. Cuando son uniones esporádicas, fruto de “complicidades”, como ella define el origen de su unión, obviamente los hijos constituyen un problema para evitar a toda costa.
En resumidas cuentas, el mensaje que deja la “compañera” del presidente es precisamente lo contrario de lo que las familias quieren y necesitan.
La familia es el resultado de un compromiso querido para toda la vida, que encuentra en los hijos el fin propio y la consolidación de esa unión y que se fortifica en el apoyo mutuo, completo de sus diferencias.
Todo ello se basa en lo que el mismo Dios señaló en el Génesis: “Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer. Y los bendijo, diciéndoles: ‘Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra’”.
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