San Agustín y la castidad: amar solo a Dios y no amar nada más que por amor de Dios
Luego viene esta justificación de la castidad y es una hermosa justificación que no había visto aún.
El bien de todo ser es la unidad, como el bien del orden del universo es también la unidad. El hombre puro es el que ama solo a Dios y no ama nada más que por amor de Dios, de tal manera que ama a Dios en todo. Este es el hombre casto que se vuelve enteramente hacia Dios.
En cambio, el hombre impuro corre detrás de mil criaturas y, en esta especie de pluralidad, se aleja de la unidad originaria, primitiva, que es también su fin, y se aleja así del orden del universo.
Prof. Plinio Corrêa de Oliveira San Agustín y la pureza. “Santo del Día” – 27 de agosto de 1969