Atentado al Profesor Niño y crisis de la familia
Estimado radioyente:
Como fue de conocimiento de todo el país, a comienzos del mes, un docente del Centro Educacional San Ramón, profesor Miguel Niño, sufrió una agresión por parte de un estudiante, luego de informarle que estaría repitiendo el curso debido a sus inasistencias.
El profesor había citado al alumno y a su apoderada para informarles sobre la reprobación del año debido a las constantes inasistencias del adolescente. Sin embargo, al final de ese encuentro, el alumno agredió al profesor, golpeándolo y dejándolo inconsciente en el suelo.
¿Qué pasó?
Elizabeth Soto, esposa del profesor Miguel Niño, víctima del atentado, relató que el estudiante lo tiró al suelo y le propició una patada en su rostro.
Tras el incidente, el educador fue atendido por la enfermera del establecimiento educacional y luego fue derivado a un centro asistencial, mientras que el alumno y su madre huyeron del lugar.
Según el certificado de lesiones, el docente fue diagnosticado con fractura facial compleja, fractura del paladar duro, fractura nasal y del septo nasal. Esto implica que deberá ser sometido a varias intervenciones quirúrgicas.
Lo acontecido con este profesor se está volviendo una peligrosa repetición. Por ello trataremos del asunto en este programa dedicado a la familia.
Digamos en primer lugar que, no hay nada de más común que un profesor cite al apoderado y al alumno para comunicarles los resultados de la mala conducta, de malas notas o de repetidas inasistencias del estudiante.
Sin embargo, lo que produjo una justificada alarma fue la reacción violenta del alumno en cuestión y la posterior huida, tanto de la madre cuanto del hechor del atentado, del colegio. Esa actitud por parte de la madre revela una cierta complicidad con el hijo y una insensibilidad con el profesor que yacía inconsciente en el suelo.
La pregunta que muchos se pueden formular es cómo puede ser que este tipo de relaciones tan violentas y agresivas puedan estar transformándose en hechos que hacer parte de lo cotidiano.
Uno de los datos que se dieron a conocer respecto al hecho delictual es el alto número de familias de la comuna, donde falta el padre o la madre, por lo tanto, familias donde los hijos no tienen el referente propio de la autoridad compartida por un padre y una madre.
Las anomalías en la familia, traen inevitablemente consecuencias en los hijos. Para explicar esta relación de familia patricarcal o familia nuclear, o, peor aún, familia unipersonal, transcribimos un análisis del profesor Plinio Correa de Olveira, escrito hace ya más de medio siglo, pero que cobran gran actualidad a la luz del hecho que relatamos.
Le pasamos la palabra
“Una sociedad es un tejido de almas, con interacciones mutuas, del todo sobre cada una y de cada una sobre el todo.
“Cada hombre trae dentro de sí varias hereditariedades. Somos la resultante biológica de un sinnúmero de corrientes de vida que vinieron a tener en nosotros su punto de encuentro.
Somos recipientes en los que se funden varias corrientes del pasado
Los historiadores concuerdan al afirmar la existencia de obras que necesitan ser llevadas a cabo por varias generaciones: la fundación de ciertos países, el desarrollo de cierta política, la creación de ciertas fuentes de prosperidad. La institución de derecho natural que asegura la realización de la obra histórica a través de las generaciones es la familia.
La naturaleza del hombre lo lleva a establecer nexos más directos con ciertas cosas, y relaciones más próximas con ciertas personas. Ser propietario, tener familia, son situaciones que le dan una justa sensación de plenitud, de personalidad. Vivir como átomo aislado, sin familia ni bienes, entre una multitud de personas extrañas, le da una sensación de vacío, de anonimato y aislamiento, que es para él profundamente antinatural.
Social… sociedad. ¿Habrá algo más santo y augustamente social que velar por la familia? Pues, ¿no es ésta la base de la sociedad?
Tanto se habla de reformas de base. ¿Quién entre los “arditi” del reformismo habla seriamente de reformar, de restaurar la base, esto es, la familia?
¿Qué espíritu social es éste, que no tiene ojos para ver la crisis de la familia y la insuficiencia de las medidas destinadas a reformar una sociedad en que la base está minada?
¿Pero que es la familia en la fuerza del término?
Familia para mí es equivalente a familia en su normalidad. Y por lo tanto familia patriarcal.
Por patriarcal debe entenderse no la pequeña familia nuclear -padre, madre e hijos- sino una familia numerosa, con muchos hijos. Y, además de eso, relacionada con un número muy grande de parientes de varios grados, de varios lados, que frecuentan la casa y la ponen en movimiento.
Con la familia patriarcal se constituye un todo con tres distancias. La primera distancia es mi casa, enteramente afín conmigo. Otra, son las casas de mi familia más apartada, algo parecida y algo diferente. Una tercera distancia es la calle, punto de encuentro fortuito y casual de todas las semejanzas y de todas las diferencias.
Si estoy apoyado por estas tres distancias, si puedo expandirme en estas tres dimensiones, cuando llego a la calle tengo detrás de mí y a mi lado toda mi parentela que se presenta en los lugares públicos, en los lugares de diversión, pensando como yo, sintiendo como yo, imponiéndose.
Enfrento la popularidad o la impopularidad, porque tengo un cuadro en que apoyarme, tengo elementos para expandir mi personalidad.
Cuán diferente es la situación de la familia minúscula -padre, madre e hijos- ( o peor todavía la familia sólo con madre o padre) viviendo una vida dentro del hogar que, por ser constituido por pocas personas, tiene poca variedad y que, por eso, se torna monótona.
Siendo así, se tiende a huir, y se huye, yendo hacia la calle o trayendo la calle dentro de la casa, bajo el aspecto de dos o tres televisores en varias salas, para intentar olvidar que se está dentro de casa y tener la sensación de que se está en la calle.
Pero en la calle la persona se siente aislada. El niño llega al colegio aislado. El joven o la joven entran en la sociedad aislados. No tienen apoyo en nadie. Tienen un modo de ser, fabricado por la propaganda “ab extrínseco” y que es impuesto. Si no quisieren adherir, se monta contra ellos la persecución del ridículo y del ostracismo.
Resultado: inseguridad interior, titubeo, duda, aislamiento, capitulación.
Al cabo de diez o veinte años de ese fenómeno, si la persona no tuviere una personalidad más o menos definida, esta habrá sido destruida.
No sabe ser amigo quien no sabe ser primo. Y no sabe ser primo quien no sabe ser hermano.
Considero la expresión familia nuclear bien acertada, porque no es la familia-célula, sino que es una célula reducida a su núcleo, con todo lo que hay de irregular en que el núcleo viva sin su protoplasma. Es un exilio para el núcleo -si no fuere directamente la muerte- el hecho de estar privado del protoplasma.
Los psicólogos, en la comparación entre la familia nuclear y la familia patriarcal, llaman la atención sobre la importancia y la necesidad del grupo de parientes -primos, tíos, etc.- como factor de armonía en las relaciones de los hijos con los padres.
En la familia nuclear hay una confrontación directa entre los hijos y los padres, en aquel espacio delimitado que es el hogar; en la familia patriarcal, la confrontación se diluye entre los parientes, y el hijo puede recurrir a un tío, a un primo, a una tía, etc.”
Hasta aquí el texto del Profesor Plinio Corrêa de Oliveira.
Nuestra conclusión es que mientras no se emprensa esa urgente tarea de regeneración de la familia en su sentido más pleno, es decir de la familia patriarcal, y mientras más efímeras sean las relaciones de los padres, entonces, lamentablemente, el caso del profesor Niño se repetirá tantas veces que dejará se ser noticia.
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