50 años del jumper

Estimado radioyente:

Hay temas que parecen secundarios pero que tienen mucha más importancia de lo que aparece a primera vista.

Uno de ellos es el uniforme de los colegios.

Hace 50 años el gobierno del Presidente Frei Montalva decretaba la imposición de un uniforme igualitario para todas las alumnas de colegios privados y públicos. Se trataba del “jumper”. Probablemente más de una de nuestras oyentes llegó a vestir en su vida escolar.

Para rememorar este decreto, el centro Gabriela Mistral de Santiago organizó una muestra histórica de lo que significó esa medida y las consecuencias que llegan hasta nuestros días.

La muestra acaba de concluir el domingo recién pasado 31 de julio y tuvo alguna trascendencia en la prensa nacional.

Para el conocimiento de nuestros auditores damos a continuación algunas declaraciones de sus organizadores.

“El jumper escolar, emblema de la presencia femenina en la educación chilena, es el tema de la exhibición “JUMPER. 50 años de historias” curada por Pía Montalva (Thinking Fashion) y Colectivo Malvestidas (Loreto Martínez y Tamara Poblete).

“La exposición indaga en los orígenes del jumper y su instalación como uniforme oficial, para vincularlo a las condiciones políticas, sociales, económicas y culturales que avalan su alta visibilidad en un periodo y su casi extinción en la actualidad. Además, releva su uso político en diversos contextos de movimientos sociales, principalmente por la educación, y su uso simbólico en distintas obras de artistas visuales chilenas.

“Mediante fotografías, material de archivo, registros audiovisuales, recopilación gráfica, etc., el jumper demuestra la naturaleza compleja de la indumentaria, siendo esta prenda de vestir la que quizás ha tenido un mayor impacto que cualquier otra en nuestra sociedad. Su extraordinaria capacidad para producir significados manifiesta que no hay nada uniforme en usar uniforme.

“Iniciado en 2018, el proyecto antecede y se adelanta en captar el rol protagónico de las estudiantes secundarias dentro del movimiento social que un año después quedaría evidenciado con el “salto al torniquete” que detonó el cambio de la Constitución chilena.

De acuerdo a Pía Montalva, el objetivo de imponer el jumper a todos los colegios, era terminar con “la desigualdad entre los colegios públicos y los colegios privados, que se expresaba en el uniforme”.

 

 

El uniforme de los hombres también se reglamentó. Consistía en pantalones y una chaqueta que debía estar hecha de paño de lana y sin solapas, para así abaratar su costo. Pía Montalva considera que el foco del debate público estaba puesto más en la igualdad de clase entre les estudiantes: “Ahí predomina el tema de la clase, mucho más que el debate sobre el género”.

 

Las organizadoras de la muestra consideran, con razón, que esa imposición tuvo consecuencias sociales y políticas que llegan hasta octubre del 2018, con el famoso “evadir” los torniquetes del Metro.

 

Quizá el lector nos pregunte cómo un tipo de uniforme puede producir consecuencias de carácter social y político.

 

La respuesta nos la da el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira en su obra, “Revolución y Contra Revolución”.

 

De acuerdo al citado pensador católico, las modas pueden influir en actitudes psicológicas que favorecen determinadas mentalidades, afines con ellas.

 

En efecto, un uniforme que busca imponer la igualdad, fatalmente va a producir en quienes lo usan, muchas veces incluso sin percibirlo, actitudes y posiciones que favorecen un deseo de imponerse delante de las personas a quienes deben obediencia y sumisión, como son los padres, profesores y, en general, cualquier autoridad que esté encima de ella.

 

Es lo que nos explica el Profesor Plinio

 

“Como una modalidad de guerra psicológica revolucionaria, a partir de la rebelión estudiantil de La Sorbonne, en mayo de 1968, numerosos autores socialistas y marxistas en general pasaron a reconocer la necesidad de una forma de revolución previa a las transformaciones políticas y socio-económicas, que operase en la vida cotidiana, en las costumbres, en las mentalidades, en los modos de ser, de sentir y de vivir. Es la llamada ‘revolución cultural’. Consideran ellos que esta revolución preponderantemente psicológica y tendencial es una etapa indispensable para llegar al cambio de mentalidad que haría posible la implantación de la utopía igualitaria, pues, sin tal preparación, esa transformación revolucionaria y los consiguientes ‘cambios de estructura’ resultarían efímeros”.

 

Obviamente que no estamos afirmando que la liberalización de las mentalidades de las generaciones más jóvenes, a partir de los años 68’ del siglo pasado, se debieron única y exclusivamente al uso de un uniforme “igualitario” del jumper, sin embargo, es claro que esta indumentaria favoreció poderosamente una mentalidad no dispuesta a acatar normas. Lo que, a la larga, de acuerdo a la opinión de las curadoras de la muestra, llegaron hasta el “evadir” del 18 de octubre, conocido como el “despertar” de Chile.

 

Lejos de lamentar esta situación, la historiadora y curadora de la muestra la celebra y quiere que ella llegue aún más lejos.

 

“Yo creo que el género es un tema de los últimos años en relación al uniforme escolar, después del 2011”, apunta Pía Montalva. En 2011 se realizaron múltiples paralizaciones, tomas, marchas e intervenciones a nivel nacional, en las que participaron estudiantes secundaries y de la educación superior. Desde entonces comenzaron a converger diversos discursos y movimientos sociales, entre ellos se hizo cada vez más presente un discurso de género entre las estudiantes.

 

“El debate va tomando muchas vertientes, una de ellas fue la crítica a la división sexista y binaria del uniforme escolar.

“El proceso logra materializarse el 21 de diciembre del 2021 con la circular N° 768 de la Superintendencia de Educación: “Orientaciones y circular sobre derechos de niños, niñas y jóvenes trans”.  En esta se reconoce, respeta y protege la identidad de género de les estudiantes. Montalva rescata la importancia de este hito, que establece el “derecho a utilizar uniforme, ropa deportiva y/o accesorios más adecuados a su identidad de género, independiente de la situación legal”.

 

“El movimiento y contexto social logró permear la institucionalidad y permitir este cambio que se materializó en algo tan sencillo, pero tan importante como el uniforme escolar.

De todas maneras, (afirma la historiadora feminista Montalva) la distinción binaria del uniforme escolar sigue presente. En Chile seguimos usando jumper o falda desde los seis años hasta los 18, mientras nuestros compañeros pueden jugar más libres y cómodos. Seguimos teniendo una muestra material de la rígida frontera entre lo masculino y lo femenino que no permite a cada estudiante habitar libremente su propia identidad y expresión de género.

 

“Al recorrer esta cronología del uniforme escolar, llama la atención que el masculino se mantuviera prácticamente igual: pantalón y chaqueta o chaleco. Según Montalva, ello demuestra ‘dónde está centrada la polémica’, que hay un especial interés social con respecto a cómo las mujeres, niñas y adolescentes ocupamos el espacio público”.

 

Comentamos nosotros en conclusión de esta muestra de los 50 años del jumper organizada por el centro cultural Gabriela Mistral. Si esta indumentaria de las alumnas provocó tantas consecuencias del punto de vista cultural, y terminó en la insurrección del 18 de octubre del 2019. ¿cuáles no serán las consecuencias sociales, políticas y culturales de las medidas que hoy se imponen en los colegios para aprobar las conductas homosexuales y lesbianas?

 

¿Cuáles serán, por ejemplo, las consecuencias para la institución del matrimonio heterosexual y de la familia constituida por padre y madre? Y, para los que vivan en 50 años más, cuando hagan una retrospectiva de esas consecuencias, ¿qué sociedad existirá, si es que aún existirá sociedad?

 

Son preguntas que dejamos para responderlas a Ud. que nos oye y sacar las consecuencias que ellas imponen.

 

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